La etapa sevillana de Diego Velázquez (aprox. 1610-1623) se caracteriza por un marcado naturalismo tenebrista, un enfoque en escenas de la vida cotidiana (bodegones) y una técnica de modelado preciso y detallado. 

 

Características Clave de la Etapa Sevillana:

  • Naturalismo riguroso: Velázquez rompe con la tradición idealizada de la pintura sevillana de la época para enfocarse en la representación fiel y sin idealizaciones de la realidad y de personas comunes.
  • Tenebrismo y contraste lumínico: Utiliza una iluminación de alto contraste, a menudo con una fuente de luz dirigida que destaca a los personajes y objetos sobre fondos oscuros (claroscuro), una técnica influenciada por Caravaggio y que confiere un gran dramatismo a las escenas.
  • Temas costumbristas y bodegones: Una parte significativa de su producción se centra en escenas de género o bodegones, que combinan figuras humanas con naturalezas muertas (objetos de cocina, alimentos, etc.). Obras como Vieja friendo huevos y El aguador de Sevilla son ejemplos icónicos.
  • Modelado preciso y texturas: Sus obras de este periodo muestran un dibujo meticuloso y un modelado preciso que busca capturar la volumetría y las diferentes texturas de los materiales (telas, cerámicas, alimentos).
  • Paleta de colores sobria: Predominan los colores terrosos, ocres, pardos y rojos cálidos, con una paleta de colores limitada pero efectiva para lograr efectos realistas.
  • Influencia de Francisco Pacheco: Aunque Velázquez desarrolló rápidamente su propio estilo, su maestro y suegro, Francisco Pacheco, influyó en sus primeros pasos y en la elección de algunas fuentes literarias y composiciones, especialmente en las obras religiosas. 

En resumen, la etapa sevillana es fundamental para entender el desarrollo del genio de Velázquez, donde sentó las bases de su maestría a través de un realismo innovador antes de convertirse en el pintor de la corte de Felipe IV en Madrid

 

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